24/09/2024
Cómo los sesgos cognitivos influyen en tus inversiones: claves para invertir más inteligente
Cuando hablamos de invertir, es importante saber que no basta con disponer de información exacta sobre los productos financieros; también es crucial entender los factores psicológicos que pueden influir en nuestras decisiones. Estos factores, conocidos como sesgos cognitivos, afectan la forma en que procesamos la información y pueden llevarnos a cometer errores en nuestras inversiones.
Uno de los sesgos más comunes es el sesgo de exceso de confianza, que se refiere a la tendencia a sobrevalorar los propios conocimientos y juicios. Quienes caen en este sesgo creen que sus decisiones son prácticamente infalibles, lo que les lleva a subestimar los riesgos reales de una inversión. Este exceso de confianza suele basarse en la experiencia personal, ignorando la posibilidad de que lo que creen saber no sea necesariamente correcto.
El sesgo de la ilusión de control está relacionado con la creencia de que se puede influir o controlar eventos sobre los cuales en realidad no se tiene poder. En el contexto de las inversiones, este sesgo puede llevar a asumir mayores riesgos, ya que la persona inversora cree, erróneamente, que sus análisis y conocimientos son suficientes para predecir y controlar los cambios del mercado, cuando en realidad muchos factores están fuera de su alcance.
El sesgo de confirmación ocurre cuando se le da más peso a la información que confirma creencias o decisiones previas, y se ignora o minimiza aquella que las contradice. Las personas inversoras que caen en este sesgo tienden a buscar datos que respalden sus opiniones, en lugar de analizar críticamente todos los puntos de vista. Esto puede llevar a decisiones poco fundamentadas y aumentar el riesgo de errores costosos.
Otro sesgo relevante es el sesgo de anclaje, que implica aferrarse a la primera información que se recibe, incluso cuando nueva información la contradice. Esta primera impresión actúa como un «ancla» que influye en todas las decisiones posteriores, lo que dificulta adaptarse a nuevas circunstancias o datos. En el ámbito de las inversiones, este sesgo puede hacer que se ignore información actualizada y relevante.
El sesgo de autoridad es la tendencia a confiar en la opinión de ciertas personas, simplemente por quiénes son, sin evaluarla críticamente. Esto puede llevar a que las personas inversoras tomen decisiones basadas en las recomendaciones de familiares, amistades o figuras de autoridad, sin realizar un análisis propio o considerar su perfil de riesgo personal.
El sesgo de la prueba social es la inclinación a seguir las acciones de las demás personas, bajo la creencia de que lo que la mayoría hace es lo correcto. En el contexto de las inversiones, este comportamiento puede ser peligroso, ya que las decisiones se basan en la imitación en lugar de en un análisis racional de los mercados o de las circunstancias individuales.
El sesgo del descuento hiperbólico refleja la tendencia a preferir recompensas más pequeñas e inmediatas en lugar de esperar por beneficios mayores en el futuro. Este sesgo puede llevar a que las personas inversoras vendan activos prematuramente para obtener una ganancia rápida, sacrificando potenciales retornos más altos a largo plazo.
El sesgo de aversión a pérdidas, también conocido como coste hundido, se refiere al miedo a perder lo que ya se ha invertido, lo que lleva a mantener una inversión que está generando pérdidas. En lugar de asumir la pérdida y reorientar la estrategia, las personas prefieren continuar con la inversión, esperando que las circunstancias mejoren, aunque la decisión más racional sería abandonar la inversión para evitar mayores pérdidas.
Finalmente, el sesgo de la contabilidad mental implica asignar diferentes valores al dinero según su origen. Por ejemplo, el dinero ganado con esfuerzo tiende a ser tratado con más cuidado que el dinero obtenido fácilmente, como una herencia o ganancias de juego. Esto puede llevar a decisiones de inversión más arriesgadas con dinero «fácil», mientras que se es más conservador con el salario o los ahorros personales.
Como has podido comprobar, los sesgos cognitivos son numerosos y pueden afectar seriamente la toma de decisiones de inversión, conduciendo a errores que podrían evitarse con una mejor comprensión de estos procesos. Reconocer estos sesgos, como el exceso de confianza, la ilusión de control, la confirmación, el anclaje, la autoridad, la prueba social, el descuento hiperbólico, la aversión a pérdidas y la contabilidad mental, es un paso fundamental para mejorar la toma de decisiones. Adquirir una formación adecuada y aplicarla en la práctica es esencial para mitigar estos sesgos y tomar decisiones más informadas en el ámbito financiero.